Crónica — El pasado domingo 28 de enero, unas 400 personas acudieron a la marcha convocada por la Plataforma Sevilla Plural, en reacción a la reunión internacional de la ultraderecha europea que la Casa Pound había organizado en Sevilla. Tras el anuncio, pocas horas antes de la marcha, de que la reunión se había cancelado debido a las fuertes muestras de rechazo por parte de la ciudadanía, la manifestación transcurrió con un ligero espíritu festivo que, sin embargo, no perdía el tono de denuncia por un fenómeno cada vez más extendido en la sociedad: la exclusión de la diferencia, la intolerancia y el ataque a los sectores vulnerables, cuyas formas más evidentes son la xenofobia, la homofobia y la violencia de género.
El arco de la Macarena se convirtió por unos momentos en una muestra de aquello que se quería defender. Personas de diferentes edades, clases, tendencias políticas y orígenes esperaban desde las cinco de la tarde el comienzo de la marcha (que, siguiendo la tradición más antigua de la ciudad, comenzó con considerable retraso). Ya en camino, el hilo de personas fue acompañado por gritos contra los nazis y por la tolerancia. “Ninguna persona es ilegal”, “Sevilla será la tumba del facismo” o “Andalucía no es el cortijo del racismo y la opresión”, fueron algunos de los eslóganes más cantados.
Una vez en la Plaza Nueva, frente al Ayuntamiento (que no escapó a las críticas antes y durante la protesta), se dejó claro el motivo de la jornada. El miedo es el arma más eficaz que tiene el Poder para controlar e inmovilizar a la población y que ésta no resista los continuos ataques a sus derechos. Como apéndice del miedo, es necesario búscar un ‘enemigo común’ y externo que identificar como origen y causa de todos los males. Surge así la xenofobia, el miedo al ‘otro’ y, en definitiva, el racismo, la homofobia y la intolerancia. No obstante, como explicaba una de las personas que intervino tras la lectura del manifiesto, luchar contra esta falacia y restablecer la lógica es tarea de todas y cada una de las personas. Así, “cuando escuchamos que alguien dice ‘negro de mierda’ o ‘maricón de mierda’ y permanecemos callados, pasivos, estamos siendo cómplices de este ataque a los derechos fundamentales y contribuyendo a su expansión“.
De la misma manera, luchar contra este fenómeno y en defensa de una sociedad abierta y tolerante es tarea de todas y de cada día, en cada ocasión presente. “Porque no queremos una ciudad, ni un mundo, intolerante y fanático”. Queremos “Una Sevilla, un mundo, Plural”
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