Apenas pasadas las ocho de la mañana, unas cincuenta personas se congregaban en la entrada del domicilio de Margarita y su hija, en la Avenida de los Teatinos, número 38, en el barrio conocido como el Tiro de Línea, con el objetivo de impedir que se cumpliera el desahucio previsto para hoy a las 11 de la mañana.
La historia de Margarita es la de tantas y tantas personas, cada vez más, sobre las que recae la sinrazón de un sistema implacable que “alimenta” a una minoría parásita. Por la crisis económica, se vio obligada a cerrar su negocio, y no pudo pagar durante un tiempo el alquiler; a pesar de ello, consiguió reunir una cantidad de dinero suficiente para garantizar el pago del alquiler pendiente y los sucesivos, ofreciendo la entrega inmediata del dinero. Todo ello, como contaba una vecina y amiga, con mucho esfuerzo, después de pasarse toda la navidad cosiendo día y noche, y también con el apoyo de gente cercana.
Cuando parecía que la situación iba a solucionarse, apenas hace dos días, el administrador comunicaba a la familia que la propiedad no aceptaba ya el dinero. Y ayer mismo, bastante tarde, hacía saber que ni siquiera iban a permitirle unos días para llevarse de la casa sus muebles y demás enseres.
Puntual, llegaba la “comitiva” encargada de ejecutar el desahucio: dos secretarias judiciales, un procurador, un abogado y el administrador. A esa misma hora, ya eran más de cien las personas que permanecían a pie de calle, entre miembros de asambleas 15M, ciudadanos y ciudadanas que habían visto la convocatoria a través de las redes sociales, llegadas desde puntos tan distantes como Utrera… y vecinos y vecinas de un barrio humilde y trabajador que, a pesar de los zarpazos especulativos, sigue resistiéndose a la condena del “exilio”, manteniéndose allí una parte importante del vecindario “de toda la vida”.
Una mañana fría, calificativo que en más de una ocasión, se ha lanzado desde las personas concentradas hacia esa “comitiva”, recordándoles que la vivienda es un derecho, no un negocio, del que sacan tajada especuladores, bancos y clase política, pero que se hace realidad, también, por sus brazos ejecutores.
Después de varias horas de espera, Margarita cuenta, al menos, con un acuerdo -verbal- por el que dispone de una semana, hasta el viernes que viene, para desalojar la casa. Al mismo tiempo, miembros de la intercomisión de vivienda del 15M mantendrán el contacto con Margarita y otros vecinos y vecinas afectados, para apoyarles y aclarar aspectos legales de la propiedad de este inmueble.
Obviamente, la injusticia se mantiene. Solo basta con detenerse y pensar en qué mundo tenemos para que una niña de ocho años tenga que vivir una situación así. Pero habrá que seguir uniendo esfuerzos, construyendo lazos, tejiendo la rabia, para no dar ni un paso atrás.