Con el eco de las manifestaciones previas en otras ciudades del país, y mientras el candidato socialista hacía maratón para convencer a las filas de su partido, Sevilla tuvo ayer su jornada de protesta contra la implantación del techo de déficit público en la Constitución. El menú de día (compuesto por una sesión de mañana, otra de medio día y la última, al caer la tarde) estaba compuesto por ingredientes básicos: información, para dar a comprender a la ciudadanía qué significa y en en qué afecta la reforma planteada; debate, para ejercer el derecho a la reflexión y el diálogo que la actuación de los poderes públicos han negado, y, por último, mucho espíritu crítico para intentar ver más allá de las frases simples con que nos intentan presentar esta medida como “inevitable” (las consabidas: “En tiempos de crisis, esta es la única opción posible”, “Nos lo manda la Unión Europea y no tenemos alternativa”, “La deuda es mala y eso ya lo hemos comprobado” etc).
El primer plato comenzó a las 12 de la mañana. Unas decenas de personas, integrantes de comisiones del 15-M como la de Acción y Extensión, o de asambleas como la de Montequinto (que llevó algunas protestas propias de gran calado), se presentaron ante las puertas de los jardines del Parlamento para montar los puestos de información y debate que habían preparado. Tras la inicial sorpresa (los jardines estaban cerrados a cal y canto porque, según pudieron averiguar, los guardas del Parlamento tenían ordenes ante la concentración anunciada), la alternativa fue montar la infraestructura frente a la verja de los jardines, ya en plena calle. Los asistentes traían preparados varios folletos informativos y material para elaborar pancartas y carteles con que “decorar” el escenario y llamar la atención sobre los puntos claves de la protesta.
¿La Constitución de los mercados?
Uno de los más llamativos, colocado a modo de “cabecera” de la concentración, rezaba: “No a la reforma constitucional por los mercados”. El lema resume la esencia de la reivindicación: un plano de rechazo a una reforma pensada, no para ayudar a la ciudadanía en tiempos de crisis, sino para calmar a los mercados e inversores internacionales. Como ya se había debatido desde días anteriores, los efectos de esta medida se presentan nefastos para la justicia social: recorte en el gasto público (más si cabe), escaso margen del Estado para invertir en el sector público y, en consecuencia, una puerta abierta a la privatización de sectores claves como la sanidad o educación y la desaparición progresiva del Estado.
La mañana transcurrió tranquila, con una afluencia de personas en torno a las treinta o cuarenta personas. Entre otras acciones, se repartieron ejemplares del modelo de Instancia para solicitar a la Administración pública la celebración de un referéndum sobre la medida. Esta acción, a iniciativa de la Asamblea de Montequinto, anima a todas las personas a rellenar la instancia para presentar la demanda ante las instituciones. Se hace a nivel individual, pero presentada en grupo (concentrando un gran número de solicitudes) adquiere un carácter simbólico de peso. En este sentido, la mayoría de las solicitudes cumplimentadas durante la mañana se presentaron en el Parlamento de Andalucía, y las que no fueron entregadas (por falta de tiempo) quedan reservadas para una posterior entrega.
Al apretar el sol del medio día, algunas personas hicieron un receso para la comida, otras se quedaron en el lugar y otras tantas acudieron a la Calle Primavera, donde una pareja se enfrenta a un desahucio y a agresiones por parte de los dueños del local. Sin tiempo para mucho descanso, a las cuatro de la tarde comenzó una asamblea (atendida por varias decenas de personas) sobre los mismos temas, relacionados con la política social, la economía y el concepto de democracia. Durante más de dos horas de reunión, sus participantes demostraron una vez más que ni el insistente calor de finales de agosto es óbice para la recuperación del ágora callejera.
De palabras y emociones
Esta plataforma de debate participativo se erigió en el núcleo de la concentración, convocada para las ocho de la tarde. Para romper la tradición sevillana de llegar siempre con un margen de retraso, antes de la hora prevista un numeroso grupo ya se agolpaba tras la pancarta principal para participar en el “micro abierto” (una buena costumbre que se ha hecho tradición en las acciones del 15-M en toda España). El círculo conformado por decenas de personas (a las que se fueron sumando otras durante más de una hora hasta alcanzar las seiscientas que asistieron a la concentración) tenía un color variopinto. Jóvenes, adultos de mediana edad con o sin empleo y jubilados que, ajenos a la vorágine laboral, también sufren los envites de la situación vigente y rechazan lo que se ha bautizado ya como “reformazo”.
La participación en torno al altavoz fue, de este modo, diversa. Algunas intervenciones se centraban en el objeto de la protesta, y mostraban conocimiento sobre lo que implica la reforma constitucional, abriendo así el debate, con acuerdos y desacuerdos, sobre las medidas posibles. Uno de los puntos tratados es la paradoja entre limitar la deuda pública y fomentar, en cambio, la privada (aquella que atosiga a las familias, individuos y pequeñas empresas). ¿Por qué, si es la deuda privada un elemento esencial de la crisis, se ataca por otro bando? En opinión de un participante, resulta que “los servicios públicos están generando una competencia desleal a los mercados” (una frase con cierta ironía) y por este motivo, imponer un techo de deuda “sería una batalla ganada para el capital” porque, de este modo, el sector privado se asegura “hacerse cargo de los servicios públicos que el Estado no puede sostener”. Una de las consecuencias de la privatización es que tales servicios (como la sanidad, educación y otras necesidades básicas) “se convierten nuevamente en mercancía” y dejan de ser derechos.
Otras participaciones tenían un discurso más general, o canalizaban las emociones de los asistentes y transeúntes al participar en un momento de activismo social que también tuvo hueco para problemas concretos que se dan en estos momentos. Así, la Asamblea de Montequinto explicó el próximo cierre de un centro de asistencia. “El mayor centro de España adaptado para personas con necesidades especiales”, explicaba una integrante de la asamblea.
Con debates llenos de contenido y reivindicación, la concentración se prolongó hasta aproximadamente las nueve y media. Los discursos motivaban, en ocasiones, cantos y eslóganes que ya forman parte de este periodo de lucha social: “Lo llaman democracia y no lo es”, “Que no, que no nos representan…”